sábado, febrero 10, 2007

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He vuelto después de una larga ausencia; un amigo me acusó de mantener estático el blog. No he escrito porque mi tiempo se va en la escuela, en los amigos y recrearme. He tenido que asumir mis decisiones y los cambios a los que me he expuesto.

Estoy en una carrera que me gusta, me encuentro en un momento muy agradable de mi vida, estoy contenta; sin aspavientos, serena.

Desgraciada o afortunadamente no dejo de observar, eso me acarrea problemas y también aciertos.

Por diversas razones siempre me siento sola al final del día o melancólica a media mañana; creo que me gusta y no puedo dejarlo, he de confesar que son sentimientos preciados y que no amargan mi devenir, sólo están ahí, cumpliendo con la vida.

Estos últimos meses he tratado de entender otras partes de mí, me miro, busco, recuerdo otros tiempos, a los amigos que extraño: Cobayo, Santa, Lisandro, Laura, Pamela, Verónica, Yair, Montze, Armando… y también extraño dolorosamente el amor del cual tuve que alejarme, del amor que no me deja y no quiero dejar, allá en otras tierras. Me maravilla que a pesar de las distancias temporales y espaciales pueda mantenerlos en mi mente y que formen parte de mi, inclusive aquellos personajes que pasaron unos momentos a mi lado y no volveré a ver, personas sin apellido que recuerdo por alguna razón, personas como Mario las cuales no formaron parte de mis amistades pero sí de mi cotidianidad. ¿Cómo guardamos el pasado? ¿Cómo logra ser parte integral de nuestro presente emocional?
Siempre he tenido buena memoria, mi acceso a los recuerdos es muy efectivo y la nostalgia se me presenta de una manera aplastante, vuelvo a vivir muchas cosas. Y a pesar de tener ese acceso, cuando lo hago no lo hago con alguien ( a menos que converse con una amigo de los eventos pasados), todo el proceso mental, emocional o espiritual lo hacemos solos, somos solos (como una vez me escribió Lisandro en una carta). Es difícil ser solos, pero es la única realidad, y es complejo porque no estamos completamente separados, convivimos a diario, queremos, amamos, nos enojamos con otras personas y si tenemos la suerte de ser empáticos; nos conmovemos y aprendemos que la soledad del otro y la nuestra no tienen porque separarnos.



Soledad
abrazo dulce
barbilla cansada
párpados hinchados por el
cansancio
beso
soledad, suspiro profundo
sábana fresca
flor en vasija
silencio de noche
desnudez a la intemperie