domingo, septiembre 02, 2007

Pauner

Estaba un día la MAga sentada cómodamente en una silla.



Inocente, no se defendía de la intensa mirada que la diseccionaba con paciencia.



Pauner, pensó que la conocía, los demás sintieron escalofríos.

Se sentaron uno junto al otro después de unos momentos de precavida valoración, se miraron de reojo y tres días hablaron de lo que habían encontrado en su interior.

MAga: Agradezcamos a los finos hilos que unieron nuestros mundos. Escribió a Pauner en un pedazo de papel. Él lo miró y en lugar de despedirse, le dijo: Ven conmigo. Ella fue.

Se tomaron de la mano, un sudor incómodo se deprendía de sus palmas, sentían que por fin habían encontrado al cómplice perfecto para sus deseos oscuros. La MAga lo miro de cerca y descubrió las cicatrices en la muñecas, él los cortes ocultos entre la ropa, deseo levantarle la falda y entrar pensando en el filo de una navaja.

Llegaron al lugar de origen del poeta Pauner, el clima no estaba de acuerdo con ese encuentro ennegrecido, así que lloró furiosamente. Los dos seres caminaron entre la noche, empapados, pensando en que probablemente no había sido buena idea ceder a tan repentino impulso. Corriendo detrás de él, la MAga imaginaba que en cualquier momento ese desconocido podría asfixiarla o perderla en la penumbra, nadie sabía dónde estaba, ni siquiera ella; ahí con un desconocido misterioso y perturbado por las mismas ideas que ella, temor, fascinación, curiosidad, la hubieran podido desaparecer.

-No podemos quedarnos en mi casa- le dijo Pauner- Mis padres están ahí.

- Demonios, vive con sus padres, esto se pone peor- pensó la MAga.

- Vamos a un hotel-

-Bueno-

-Yo pago, no te preocupes-

-Esta bien- Me va a matar, el muy maldito me va a matar

Recorrieron tres hoteles y ya no había lugar; en el tercero Pauner se detuvo un momento a mirar la puerta.

-Aquí me quede con mi exnovia hace unos años, cuando aún nos queríamos y mis mentiras aún no destruían su idea de mí. Sabes, cuando se fue y ya no quería que nadie me preguntara sobre ella, dije que había muerto, lo dije tantas veces que me convencí de que así había pasado. Varios meses después cuando recibí una llamada suya, casi sentí que me hubiera podido morir del susto. No sé cómo llegué a ese extremo.

-Los demás alguna vez supieron que no era cierto.

-Si, mentí otra vez, dije que había estado desaparecida, fue terrible. Bueno, aquí tampoco hay lugar, no se para qué te traje aquí.

-Para matarme de seguro, maldito.

El cuarto hotel tenía cuartos, pidieron uno con dos camas. Subieron y dejaron sus maletas a un lado, cada quien se recostó en su respectiva cama y se preparaban para dormir, Pauner le dijo a la MAga que sería buena idea darse un baño con agua caliente debido a la empapada, MAga estuvo de acuerdo.

La tomó de la muñeca. Se resistió. La tomó de la otra muñeca. Ahora sí me va a matar. Le levantó la falda. Voy a tener que vigilarlo toda la noche.

La luz se apagó y los ojos se cerraron, la manos delgadas de ambos se entrelazaron, las uñas rasgaron la piel más superficial, se murmuraron vicios al oído, se lamieron las cicatrices, se dieron miedo uno al otro, entre las sombras y el placer ardiente una parte temerosa de ella sentía cada movimiento para evitar cualquier ataque sorpresa. Los cuerpos huesudos se abrazaban con fuerza, con una violencia contenida por la incertidumbre de ignorar la verdadera fuerza del otro. A veces entre los minúsculos puntos de luz provenientes de la ventana, ella alcanzaba a ver su sonrisa, parecía como si no estuviera acostumbrado a sonreír, entonces lo que hacía era una mueca incómoda. La desnudó y deslizó su mano larga entre las piernas, la tocó circularmente, mirándola inmutable mientras lo hacía, la hizo venirse dos veces. Él, se contuvo. Le dijo que se subiera sobre él y moviera las caderas sin dejarse penetrar. Ella lo hizo y frotó su piel húmeda contra su cuerpo.

-Cuéntame- Le murmuró al oído- cuéntame un cuento-

-No se me ocurre nada en éste momento-

-Yo lo empiezo y tu lo terminas-

-Aja-

-Una diosa...una diosa blanca...que baila sobre las mesas en un bar de vampiros-

-Una diosa blanca que baila sobre las mesas en un bar de vampiros- contestó, mientras seguía moviendo su cuerpo en círculos de cadera.

-Que seduce a los hombres...

-Con murmullos que brotan como río de sus labios de cereza-

-Me gusta así, que más, que más pasó MAga- le dijo , acariciando las curvas discretas de su cuerpo- Qué más...

-Esa noche llegó un hombre que había escuchado el rumor de algo prodigioso, él fue a buscarla porque nunca había visto un milagro...

Él la tomó de la nuca y la besó, se pasaron las manos por la piel, casi sin tocarla, ella acarició el miembro enrojecido, se revolvieron entre las sábanas, se oprimieron, se cansaron al amanecer.

-¿Me quieres?-murmuró Pauner.

-Si- mentí

-¿Me matarías?-

-Si- dije.