sábado, marzo 29, 2008

Sobre su muerte




Entre sus cosas encontré el primer cuento que me
publicaron.

No sabré si le gustó

No le
pregunté

viernes, marzo 28, 2008

Para un gato lejano

La luna se ve redonda y brillante.
Un GAto y la MAga la contemplan sin tocarse, sin mirarse a los ojos, desde diferentes puntos de la tierra. En una lejana época, en que la hierba crecía en el círculo del cuento, se sentaron juntos a beber una taza de cafe, a fumar un cigarrillo silencioso, a prometerse día tras día alegres promesas, sabiendo que el tiempo no estaba de su lado.
Una cancioncilla sonaba en sus cabezas mientras se pensaban
unos al otro; algo sobre fresas y un campo y forever.
El camino la llamó y el último abrazo fue parco.
LA voz de ella una noche le buscó en la oscuridad y él levantó sus ojos a la luna. Ella le lloró su dolor, le dio a guardar gemas rotas de una perdida enorme.
Háblame dijo él
Oyeme dijo ella.
El GAto llevó las piedrecillas al centro del círculo y cavó para dejarlas muy lejos de la distraída MAga, a veces olvida que puede dejarlo todo abandonado en cualquier lugar.
Mi querido GAto lejano y tus silencios, las promesas sin cumplir y las conversaciones en voz baja son la otra forma de cariño entre dos solitarios. La lejanía es el campo donde crecen nuestras flores.

lunes, marzo 24, 2008

Fritz el gato

De la mente perturbada de Robert Crumb

sábado, marzo 15, 2008

Lisandro y Tor

El día comenzó de noche, la pequeña MAga fue a bailar de la mano del lejano Lisandro, en la lejana era en que éstos dos perturbados y amorosos seres murmuraban tentaciones a los transeuntes. Entraron separados con los ojos puestos en los extraños que bailaban y bebían alrededor de la pista de baile. El paso era cauto, como antes, antes del cinismo.

Los extraños, en un primer y afortunado momento no entendieron ese nuevo murmullo.

En una mesa, confundido entre los extraños, Tor se movía provocadoramente, buscando alguna criatura tierna y distraída, pero se topó con los ojos de la MAga, que estaba sentada en la barra, sonriéndole, Tor dejó la bebida sobre la mesita y caminó hacía ella, ya muy cerca entendió algo más en los ojos de la MAga. Sintió la mano sobre el hombro y al girar la cabeza, Lisandro estaba a su lado, mirando a ambos. Se saludaron apaciblemente, se dijeron algunas palabras, que realmente encriptaban su verdadero poder. Bebieron de la misma cerveza y distrajeron sus miradas en otros ojos, en otros bailes.

Cuando el momento fue el adecuado, ya que nunca han sido inoportunos; cuando la luz era tenue, y la música más agitada, caminaron al centro de la pista. Tor fue por la criatura de esa noche, le invitó a la pista suavemente y aceptó. Los cuatro se reunieron en el centro y empezaron a bailar. Las canciones pasaron poco a poco y la danza de los cuantro comenzó a incitar a los otros a subirse, se les veía tan contentos y sus cuerpos se veían tan liberados, juntos, apretados, jadeantes.

Tor se acercó y la tomó de la cintura,acercó a su criatura por detrás y ahora se movieron juntos. Los circundantes se miraron, sólo un momento, unos a otros, fue como de relámpago. Los cuatro cuerpos. A la criatura le gustó, pero entre las miradas de sorpresa y escandalo, se sentió incómodo y decidió poco a poco separarse. Los tres se quedaron, lo despidieron con la mirada, sabiendo que deseaba quedarse.

Los rostros volteban levemente para mirarlos moverse sin verguénza. La MAga los abrazó a los dos, bailaron cerca, con los ojos clavados unos en los otros, con los labios cerca pera provocar todavía más al público que simulaba hacer otra cosa. La música seguía, bailaron todas las canciones, sin separarse, sin dejar se pasar las manos por el cuerpo, con las caderas cerca, con la sonrisa lasciva. La pista se fue despejando, la gente bebía pero poco platicaba, no dejaban de verlos aunque lo intentaran , decían en voz baja lo reprobable de tal espectáculo, pero aún así veían, curioseaban por si ahora se tocaban la cremallera o saber si le seguíean besando el cuello, mordisqueando la oreja o para ver que ellos se besaran y con eso culminar con un acto inmoral y decirle al guardia que los sacara. Pero no, ellos sólo bailaban y se tocaban y besaban suavemente. Y cuando la tensión fue tan fuerte, que los extraños comenzaban a buscar los ojos de otros, ver las entrepiernas, hombros descubiertos y labios humedecidos. Los tres bailarines, se detuvieron.

Bebieron cerveza, se secaron el sudor, y juntos salieron, dejando a sus espaldas los deseos contenidos de todos esos extraños.