miércoles, mayo 17, 2006

Concierto

Hace unos días fui al concierto de Panteón Rococo con una amiga. Llegamos a la feria donde el grupo debía presentarse y estuvimos paseando por ahí, no sin antes ser manoseadas a la entrada por un grupo de mujeres de seguridad. No había gran variedad ni colorido: unos cuantos juegos mecánicos, unos puestecillos de antojitos, flores y chucherías.

El grupo que le hizo antesala a Panteón Rococo fue Los de Abajo. Al ritmo del ska la gente se fue apelmasando con la intención de disfrutar del dichoso "slam", mi amiga y yo nos colocamos en una zona de medio riesgo, estabamos escuchando y danzando discretamente pero el público comenzó a inquietarse y como una ola el "slam" se vio venir desde las hileras principales hacía nosotras, subimos los codos tratando de evitar el choque directo pero a pesar de nuestra inocente precaución no evitamos recibir golpes, así que siendo las mujercitas frágiles que somos, decidimos ir hacia atrás.

Pasamos un buen rato al final del concierto, los empujones continuaron, estábamos alerta; sin embargo; no pudimos evitar que un grupo de muchachos se nos fueran encima con alevosía y ventaja, el primer embate lo perdimos pero al segundo , los vi venir con sus sonrisitas patéticas y contagiadas, sin pensarlo dos veces salí disparada a resguardarme.

En un momento el público dejó de interesarse por la música y se dedicaron a arrojarse unos contra otros frenéticamente, vasos de cerveza volaban sobre nustras cabezas, a mi hermana le cayó en un costado un bote de basura , salieron unos cuantos descalabrados y bueno, no fue algo terrible pero la gente en general no iba a oir música, iban a echar desmadre a toda costa, muchachos empujaban a otros que no conocían, las viejas enemistados iban a echarse un tirito, se va agritar, a golpear, a mentar madres, a dejarse llevar por la histeria colectiva, a besarse, a fajarse.

Todos necesitamos una válvula de escape y si el ritmo es el ska pues la tomamos. Al final teníamos que sentir que nos desahogábamos en masa para hacerlo efectivamente, sentir que todos los que estaban a nuestro alrededor tenían lo mismo atorado en el pecho.

Al terminar salimos tranquilamente entre el aroma a sudor, cerveza, vómito, gas pimienta, esperamos a la orilla de la carretera con la risas de los otros y las quejas por las múltiples contusiones y nos fuimos a casa los que aún la tenemos.

jueves, mayo 04, 2006

La espera

Un hormigueo creptante en el pecho, desesperación ahogada por el humano deseo de volver a respirar. No se esfuma, se va de paseo o se distrae cuando nos ocupamos de algo mundano pero no nos olvida. Cuando termina la risa, al sentarnos un momento, al final de la palabra o al dejar caer las manos; reaparece sádica, como marejada brutal, con mariposas de hielo, con taquicardia contenida que deja el curso de nuestra vida suspendido en un segundo borroso.

Ya no existe memoria
Ya no existe futuro

Pero sigo esperando

Mis manos no poseen nada, mi libertad no existe, soy un punto esperando un curso, esperando la respuesta de una boca sin labios, soy una esfera de cristal sostenida por tela de araña.